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¿QUÉ COMEMOS LOS ARGENTINOS?

Después de respirar, no hay acción más repetida e imprescindible que comer. Y aunque en la mayoría de los casos cueste creerlo, lo que comemos -varias veces por día, todos los días de nuestra vida- condiciona nuestra salud física, nuestro estado de ánimo y también, muy frecuentemente, nuestra expectativa de vida. Bueno, hay un error muy frecuente entre nosotros, los técnicos, que consiste en decirles a las personas que consuman, por ejemplo, 10 mg de hierro o hasta el 30% de su ingesta en grasas. La gente, lógicamente, no entiende. Las guías, a través de pautas muy claras y sencillas, traducen las necesidades nutricionales de cada edad siguiendo las pautas de alimentación, la cultura y las costumbres de cada país. Pero su aplicación no es sólo un tema de Estado: depende también de nuestra capacidad como país para organizar acciones que supongan el compromiso de la comunidad.

En nuestro país, casi el 80% de las calorías que comemos proviene de unos 20 alimentos. Nuestra canasta alimentaria nacional es muy monótona. Y esto conlleva algunos riesgos, como que existan carencias nutricionales o que la compra sea poco elástica. Es lo que pasa cuando aumenta de precio la carne, por ejemplo, y la gente no tiene idea de cómo reemplazarla. Entre nosotros, por otra parte, se conjugan situaciones complejas también en el área de la alimentación. Por un lado, un grupo importante de la población tiene dificultades para acceder a los alimentos por motivos económicos. Por otro lado, hay otro grupo que está condicionado por el apurado ritmo de la vida urbana y las comidas rápidas, que muchas veces no son todo lo saludables que deberían ser.

Todo eso hace que seamos el tercer país de América latina en prevalencia de obesidad preescolar, luego de Chile y Jamaica, y una tercera parte de nuestros niños no alcanza la altura que genéticamente podría; es decir, hay un retraso crónico de crecimiento que se da más en las clases bajas (el riesgo es de 5 a 10 veces mayor), pero no es excluyente de ese sector.

Qué comemos los argentinos

El desayuno se convirtió en un regalo original, el almuerzo en un breve trámite, la merienda en un recuerdo de familia y la cena es el momento de reunión para el que nadie tiene tiempo de cocinar. Los productos livianos, naturales, dietéticos, orgánicos y los de rápida preparación cautivan a grandes sectores. Sin embargo, la carne sigue siendo la más elegida.

Nutraseuticals o alimento-remedio.

La doctora Bello afirma haber descubierto que no es útil instruir a los chicos en el tema alimentario porque "son numerosos los casos de neuróticos ilustrados. Muchos de los que dicen que hay que enseñar a comer se olvidan de que los hábitos se inculcan a través de los hábitos".

Psicología de las tentaciones.

La contención anímica es clave para el éxito de las dietas "Toda dieta que limite la alimentación a 1500 calorías diarias produce pérdida de peso en el corto plazo. Pero el control de los kilos de más en el largo plazo en individuos sanos tiene mucho más que ver con factores psicológicos que con la composición nutricional", dice el estudio realizado por las autoridades del gobierno estadounidense.
El segundo aspecto se relaciona con "educar a la persona que realiza un plan alimentario sobre la importancia de la actividad física y la continuidad del contacto con el médico, el grupo o la institución de apoyo".

Un punto trascendental es "la prevención de la recaída a partir de la identificación de los factores gatillo del atracón (ansiedad, stress, aburrimiento, ver comida, estar solo o sentirse solo, salir con alguien del sexo opuesto, el enojo, la bronca)", afirma Espósito.

La inconstancia, el sedentarismo, los programas poco personalizados y la subestimación de la predisposición genética a la obesidad proporcionan más elementos a la respuesta sobre por qué fracasan las dietas. Por otro lado, los resultados del reciente estudio Consumer Attitudes to Food, Nutrition and Health, que involucró a 14 mil europeos, demuestran que el 80% de las personas piensa que comer sano requiere grandes esfuerzos. Para los especialistas, esta percepción sólo se sustenta en un mito que se debe desterrar en la búsqueda de respuestas a un problema que cada día tiene más peso en la sociedad occidental.

Según Gardner, muchas de las cosas que parecieron buenas en un principio se desvirtuaron cuando comenzó a utilizárselas en exceso. El acceso fácil a los alimentos, por ejemplo. En los países desarrollados la comida está al alcance de la mano y del bolsillo en variedades y cantidades industriales: el problema que tienen los norteamericanos es que pueden elegir entre 130 diferentes presentaciones de cereales para el desayuno. O que el café se sirve en 12 variedades y en tres tamaños cada una, con o sin cafeína. De allí que la epidemia de obesidad y sobrepeso que azota al país del Norte y que amenaza con dejar sin efecto algunos de los logros sanitarios de la primera mitad del siglo último parezca casi lógica.

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